¿QUE ES UN CARMEN?

 

 

Mucha gente nos pregunta al llegar a Granada qué es realmente un Carmen, por qué a las casas de Granada se les llama Carmen o cuál es la historia de este tipo de vivienda.

Pues bien, un Carmen es la casa típica de Granada, de la zona del Albaicín y el Realejo. La palabra “carmen” tiene origen árabe, tanto el nombre como las características arquitectónicas y espaciales. Carmen viene de la palabra árabe “karm” y significa literalmente “parra” y es curioso porque todos los carmenes tienen (o tenían tradicionalmente) un emparrado que da sombra a la entrada de las viviendas.
En lenguaje simbólico “karm” significa “vergel”, que es realmente lo que este tipo de casas representa: un auténtico paraíso.
En un Carmen se unen perfectamente los conceptos de huerto y jardín, de manera que este tipo de vivienda se convierte en un paraíso particular donde gozar al máximo de los cinco sentidos: vista y olor de árboles y flores, el sabor de las frutas, el tacto de los pétalos y del agua que se escapa entre las manos, el sonido de los pájaros que habitan en esas ramas y el rumor de las fuentes. Altas tapias protegen su espacio interior de las miradas.
El agua es un elemento fundamental en esta casa ya que se convierte en un símbolo de la vida, por un lado agua en calma, contenida en las albercas y por otro lado agua dinámica corriendo por los surtidores.
Los carmenes no eran antaño como hoy en día los conocemos. Eran terrenos más pequeños que los actuales y su función era mas bien de huerto de recreo aunque algunas sí eran viviendas permanentes.
A partir de la conquista cristiana, el barrio del Albaicín fue despoblándose por la emigración sucesiva de musulmanes y los nuevos compradores solían hacerse con varias de las pequeñas casas musulmanas para su posterior unión y construcción de un único carmen.
El carácter de huerto de jardín y casa de recreo está acreditado por numerosos autores de la época, como Ibn al-Jatib (1313-1374)​ en el S. XIV y el escritor castellano Luis de Mármol (1524- 1600), quien destacaba «las salidas de la ciudad hacia la vega (…) entre cármenes y huertas de mucha frescura, especialmente por la puerta del Albaicín …» . Mucho después, ya en el siglo XVII, Henríquez de Jorquera (1594 1646) recogía el carácter rústico de la mayoría de los cármenes.